Economía verde
La economía verde parte de la premisa de proteger la naturaleza y garantizar el bienestar social, a la vez que se continúa garantizando el crecimiento económico. No obstante, en su aplicación, la economía verde ha demostrado ser una reforma del sistema económico capitalista para asegurar la acumulación de capital mediante la mercantilización de la naturaleza y la creación de escenarios para su comercialización (Cardona & Echeverri, 2018). Dentro de las premisas transversales de la economía verde se destaca la tendencia de asignar precios a los llamados “servicios ecosistémicos”, que pone valores económicos a funciones ecológicas esenciales y los incluye en mecanismos financieros. Aunque muchas de estas denominaciones o propuestas puedan sonar prudentes, el sentido que las caracteriza es la acumulación incesante de capital, por lo cual, comprender, desde una perspectiva crítica, sus principales características y riesgos, resulta un paso ineludible para avanzar hacia la justicia ambiental. La economía verde acoge diversas apuestas como mercados de carbono, compensaciones, soluciones basadas en la naturaleza, empleos verdes, entre otros, que dan una cara verde y sustentable al business as usual (expresión que hace referencia a los negocios como siempre o igual que siempre).